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Hay maratones que se corren con las piernas. Y hay otros, como Boston, que se corren con la historia, la emoción y la piel erizada. No hay una línea de salida más legendaria que la de Hopkinton ni una meta más simbólica que la de Boylston Street. El Maratón de Boston no es simplemente una carrera: es el lugar donde los sueños del running se enfrentan a la tradición, al esfuerzo y al orgullo de formar parte de algo eterno.
Este 2025, la carrera más antigua del mundo celebra su edición número 129, y lo hace envuelta en aniversarios, nombres propios, hitos históricos y una atmósfera que ningún otro evento atlético puede igualar. Pero ¿qué convierte a Boston en el maratón por excelencia?
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Una fecha marcada en el ADN de Estados Unidos
Cada año, el Maratón de Boston se corre el tercer lunes de abril, coincidiendo con el Patriots’ Day, una festividad civil que conmemora las batallas de Lexington y Concord, el inicio de la Revolución Americana. Esta tradición, vigente desde 1897, convierte a la carrera en un símbolo nacional, un evento que trasciende lo deportivo para convertirse en parte del calendario patriótico del país.
En 2025, esta coincidencia cobra una dimensión aún mayor: se celebra el 250º aniversario de Patriots’ Day, un cuarto de milenio desde aquel levantamiento que marcaría el nacimiento de una nación. Y justo en medio de esa efeméride, más de 30.000 corredores tomarán la salida en Hopkinton con un objetivo común: alcanzar la gloria en Boston.
Una línea de salida que hay que ganarse
A diferencia de otras grandes maratones del mundo, donde el acceso se logra por sorteo, por inscripción libre o por invitación, Boston exige mérito cronométrico. Y a partir de 2026, el listón será aún más alto: los tiempos de clasificación se reducirán en cinco minutos en casi todas las categorías de edad.
Para este 2025, un hombre de 18 a 34 años necesita una marca mínima de 3:00:00 y una mujer, de 3:30:00. Pero la realidad es aún más exigente: debido a la alta demanda, los tiempos reales de corte suelen ser más rápidos.
El resultado es una línea de salida ultra competitiva, en la que cada participante ha pasado previamente por el filtro del esfuerzo, la disciplina y la constancia. Quienes están allí, lo han ganado con sudor. No hay atajos para correr Boston.
El recorrido más traicionero del mundo
El perfil del Maratón de Boston es tan icónico como intimidante. Aunque comienza con una larga bajada en los primeros 6 km, eso no lo hace fácil. De hecho, es esa trampa inicial —que anima a salir demasiado rápido— la que muchos acaban pagando en las colinas de Newton, una sucesión de subidas demoledoras entre los kilómetros 26 y 32.
La última de ellas, la temida Heartbreak Hill, ha roto más piernas y corazones que ninguna otra cuesta en el circuito mundial. Su nombre proviene de la edición de 1936, cuando el favorito, Johnny Kelley, fue sobrepasado allí por Ellison Brown. Un periodista describió el momento como un “desgarrón en el corazón” de Kelley. Desde entonces, la colina quedó bautizada como tal.
Boston no es homologable para récords del mundo por su configuración “point-to-point” (de punto a punto) y por la diferencia de altitud. Aun así, en 2011, Geoffrey Mutai firmó un estratosférico 2:03:02 que aún resuena como una de las mejores actuaciones en la historia del maratón.
Nombres que hacen historia
Este 2025, la élite llega cargada de estrellas. En la categoría femenina, la gran favorita es Hellen Obiri, vigente campeona y doble ganadora en Boston (2023 y 2024). Si repite victoria, será la primera mujer en lograr un “three-peat” desde Catherine Ndereba en 2005. A su lado, nombres como Des Linden, Sara Hall, Keira D’Amato, Emma Bates o Lindsay Flanagan componen la que ya se considera la delegación femenina estadounidense más potente de todos los tiempos: 14 mujeres con marcas sub-2:26.
En la categoría masculina, regresa Sisay Lemma, vencedor en 2024, dispuesto a defender su corona ante un cartel de lujo que incluye al doble campeón Evans Chebet, y a los olímpicos estadounidenses Conner Mantz y Clayton Young.
Pero no todo es élite internacional. La carrera también es una celebración para corredores locales. En 2025, más de 4.400 atletas proceden de Massachusetts, según datos de la Boston Athletic Association, y muchos de ellos representan pequeñas comunidades que viven la carrera con tanto fervor como si fuese la Super Bowl.
50 años de inclusión en silla de ruedas
Uno de los hitos más importantes de este año es la celebración del 50º aniversario de la categoría de silla de ruedas, instaurada oficialmente en 1975 cuando Bob Hall cruzó la meta en 2:58:00. Su gesto abrió un camino que han seguido miles de atletas en las cinco décadas siguientes.
Boston es pionera también en su tratamiento de la diversidad funcional. La edición 2025 contará con corredores de siete divisiones de para-atletismo, con categorías que incluyen discapacidad visual, parálisis cerebral, discapacidad intelectual, y amputaciones.
Un músculo económico que crece cada año
Más allá del espectáculo deportivo, Boston es un motor económico de primera magnitud. Según un estudio de la Universidad de Massachusetts (UMass Donahue Institute), la edición de 2024 generó un impacto de 509,1 millones de dólares para el estado.
Ese mismo año, el programa oficial de caridad del maratón recaudó la cifra récord de 71,9 millones, que fueron destinados a 174 organizaciones sin ánimo de lucro. Desde 1989, la cifra total asciende ya a más de 550 millones recaudados en nombre de causas sociales.
Cultura runner, desde el dorsal hasta la cerveza
La experiencia Boston va mucho más allá de los 42 kilómetros. Durante el fin de semana previo a la carrera, se celebra la Boston Marathon Expo, el Fan Fest en City Hall Plaza, el B.A.A. 5K, la Invitational Mile, y el ya tradicional Mile 27 Post-Race Party patrocinado por Samuel Adams, donde miles de corredores brindan por haber cruzado la meta más simbólica del running mundial.
Además, se organiza el B.A.A. Relay Challenge, un evento educativo en el que participan más de 20 escuelas locales, reforzando la conexión entre deporte, juventud y comunidad.
Voluntarios, el alma invisible de Boston
Nada de esto sería posible sin el trabajo de los 9.500 voluntarios que lo hacen todo posible. Son quienes entregan el dorsal, quien ofrece agua en la milla 10, quien consuela al que se retira. Su compromiso es tan grande que muchos de ellos repiten año tras año, con orgullo y sentido de pertenencia.
Un nuevo emblema para una leyenda renovada
Con motivo del Global Running Day 2024, la B.A.A. presentó el nuevo logotipo del Maratón de Boston: un unicornio atlético y dinámico, que mira al frente en lugar de hacia el costado. Un gesto simbólico para señalar que el futuro del running pasa, también, por Hopkinton.
Cruzar Boylston Street, cruzar la historia
Correr Boston no es ganar. Es pertenecer. Es llegar a un lugar que no te regala nada, pero que te da todo a cambio de tu esfuerzo. Es formar parte de una comunidad global que sabe lo que cuesta estar allí. Es mirar la meta desde lejos y pensar: “algún día”. Y cuando ese día llega, saber que no lo olvidarás nunca.
Porque si hay una línea de meta que define la esencia del running, esa está en la esquina de Boylston con Hereford.
Foto: Depositphotos
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